martes, 5 de mayo de 2009

recordando

Por la manana, obstinados todavia por la duermevela que el chirrido horripilante del despertador no alcanzaba a cambiarles por la filosa vigilia, se contaban fielmente los suenos de la noche. Cabeza contra cabeza, acariciandose, confundiendose, confundiendo las piernas y las manos, se esforzaban por traducir con palabras del mundo de fuera todo lo que habian vivido, en las horas de tiniebla. A Traveler, un amigo de la juventud de Oliveira, lo fascinaban los suenos de Talita, su boca crispada o sonriente segun el relato, los gestos y exclamaciones con que lo acentuaba, sus injenuas conjeturas sobre la razon y el sentido de sus suenos. Despues le tocaba a ell contar los suyos, y a veces a mitad de un relato sus manos empezaban a acariciarse y pasaban de los suenos al amor, se dormian de nuevo, llegaban tarde a todas partes.

           Oyendo a Talita, su voz un poco pegajosa de suenioo, mirando su pelo derramado en la almohada, Traveler se asombraba de que todo eso pudiera ser asi. Estiraba un dedo, tocaba la sien, la frente de Talita. (Y entonces mi hermana era mi tia Irene, pero no estoy segura), comprobaba la barrera a tan pocos centimetros de su propia cabeza ( Y yo estaba desnudo en un pajonal y veia el rio livido que subia, una ola gigantesca...). Habian dormido con las cabezas tocandose y ahi, en esa inmediatez fisica, en la coincidencia casi total de las actitudes, las posiciones, el aliento, la misma habitacion, la misma almohada, la misma oscuridad, el mismo tictac, los mismos estimulos de la calle y la ciudad, las mismas radiaciones magneticas, la misma marca de cafe, la misma conjuncion estelar, la misma noche para los dos, ahi estrechamente abrazados, habian soniado suenios distintos, habian vivido aventuras disimiles, el uo habia sonreido mientras la huida aterrada, el uno habia vuelto a rendir un examen de algebra mientras la otra llegaba a una ciudad de piedras blancas.

    En el recuento matinal Talita ponia placer o cogoja, pero Traveler se obstinaba secretamente a buscar las correspondencias. Como era posible que la compania diurna desembocara inevitablemente en ese divorcio, esa soledad inadmisible del soniante? A veces su imagen formaba parte de los suenios de Talita compartia  el horror de la pesadilla de Traveler. Pero ellos no lo sabian, era necesario que el otro lo contara al despertar: "entonces voz me agarrabas de la mano y me decias..." Y Traveler descubria que mientras en el suenio de Talita 'el le habia agarrado la mano y el habia hablado, en su propio suenio estaba acostado con la mejor amiga de Talita o hablando con el director de circo "Las Estrellas" o nadando en Mar del Plata. La presencia de su fantasma en el suenio ajeno lo rebajaba a un mero material de trabajo, sin prevalencia alguna sobre los maniquies, las ciudades desconocidas, las estaciones de ferrocarril, las escalinatas, toda la utileria de los simulacros nocturnos. Unido a Talita, envolviendose la cara y la cabeza con los dedos y los labios, Traveler sentia la barrera infranqueable, la distancia vertiginosa que ni el amor podia salvar. Durante mucho tiempo esperoo un milagro, que el suenio que Talita iba a contarle por la maniana fuese tambien lo que el habia soniado. Lo esperoo, lo incitoo, lo provocoo apelando a todas las analogias posibles, buscando semejanzas que bruscamente lo llevaran a un reconocimiento. Soolo una vez, sin que Talita le diera la menor importancia soniaron suenos analogos. Talita hablo de un hotel al que iban ella y su madre y al que habia que entrar llevando cada cual su silla. Traveler recordoo entonces su suenio: un hotel sin banios, que lo obligaba a cruzar una estacion de ferrocarril con una toalla para ir a baniarse a algun lugar impreciso. Se lo dijo: "Casi soniamos el mismo suenio, estabamos en un hotel sin sillas y sin banos." Talita se rio divertida, ya era hora de levantarse, una verguenza ser tan haraganes.
        Traveler siguio confiando y esperando cada vez menos. Los suenos volvieron, cada uno por su lado. Las cabezas dormian tocandose y en cada una se alzaba el telon sobre un escenario diferente. Traveler penso ironicamente que parecian los cines contiguos de la calle Lavalle, y alejo del todo su esperanza. No tenia ninguna fe en que ocurriera lo que deseaba, y sabia que sin fe no ocurriria. Sabiia que sin fe no ocurre nada de lo que ddeberia ocurrir, y con fe casi siempre tampoco.


                   Julio Cortazar 143 Rayuela


Disculpen las faltas de ortografia y la falta de acentos y enie, pero aun no las encuentro.